Héctor González Dorta
LÍNEAS IMAGINARIAS
Vivimos en un mundo lleno de fronteras,
bordes que tratan delimitar la cultura,
cultura que no conoce límites.
Paradoja del sistema que nos alimenta.
Paradoja del sistema que nos divide.
Vivimos en un mundo globalizado,
comunicado y conectado,
pero lleno de fronteras.
Porque para que haya ricos
debe haber pobres.
Porque para que haya un país
debe haber una frontera.
Fronteras terrestres aéreas y marítimas.
Fronteras invisibles, inexistentes e imaginarias.
Líneas que perfilan el paisaje para decirte:
“Hasta aquí llegaste, ahora te toca pagarme a mí”
Líneas innecesarias que dividen,
división que genera diferencias,
diferencias que provocan odio,
odio que alimenta los egos,
egos que producen dinero,
dinero que genera división.
Un círculo vicioso que llena los bolsillos
y vacía el espíritu.
Vivimos en un mundo lleno de fronteras,
fronteras humanas que son inventadas
y que nos dejan la mente envenenada.
Fronteras que entienden de colores
y que tratan de robarnos los sabores.
Fronteras que desgarran la piel
y que dejan rotos los corazones.
Vivimos en un mundo lleno de fronteras,
pero también de personas buenas.
¿Qué pasaría si un día parásemos?
Dejásemos de ser parte de la rueda,
y cruzáramos esas fronteras unidos.
Conscientes de que la única frontera
es nuestra pequeña utopía en el horizonte.
A la que nos podemos acercar,
pero jamás podremos alcanzar.
Vivimos en un mundo lleno de fronteras,
pero que estas no nos hagan de barrera.
UNA MACETA LLENA DE FLORES
Hay semillas que son como ideas,
o ideas que son como semillas.
Hay personas que son como un mundo
y hay mundos que son como macetas.
Mundos y discursos que llegan
en momentos precisos e indecisos.
O quizás, simplemente aparecen
y allí, sin saberlo, permanecen.
Una semilla que echa raíces,
raíces que son como axones.
Seguimos con nuestras ilusiones
y va creciendo y absorbiendo.
Una mañana cualquiera
cuando uno no lo espera.
Una semilla florece.
Una idea despierta.
Un mundo crece.
Una maceta llena de flores.